Así que la solución se traduce en no elegir, es decir, en que la negativa sea un hecho, no una opción que sienta que depende de mi.
Y con estas invento una enfermedad que consiste en ser incapaz de contestar a las preguntas indiscretas o complicadas de ciertos desconocidos o desconocidas que no encontré por la calle y que suelen exigir tanto matiz o incluso tanta reflexión o tanta búsqueda interior que uno siente inflamación de intimidad o expansión de personajes y ante tanta adversidad implosiona en un colapso.
Y aunque esta excusa no deje de ser otra gilipollez al menos me tranquiliza.
Esto es lo bueno que tienen ciertas enfermedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario