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Cuentos de Fermín Ventura a partir del binómio fantástico de Gianni Rodari.

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para plantar un cuento.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La fórmula de la ternura

El reloj empezaba a ser el protagonista por pura oferta y demanda ya que quedaban pocos minutos.


Los alumnos, calculadora en mano, intentaban precisar la formula de la ternura.


Se ponía un hierro a cocer hasta que parecía una goma.

Se abrían los brazos enormes dispuestos a recibir sin juicio a todo aquel que no hiciera daño como un idiota, léase: sin saber porqué.


Y se calculaba con aproximación intuitiva mas allá de lo numérico.


La medición se establece en base a unos parámetros partiendo de la ilusión de que el mundo se rige por un sistema rígido.

Pero la intuición conoce que las reglas mutan a un ritmo que escapa al programa de paradigmas creado para la ruta de acción.


Una mano, hacedora de caricias, se atenta a un cuerpo.

Se calcula el dolor de la ausencia.


Y el dinero de las arcas del dolor de los pecados.


Cuando uno cae al campo astral de lo confuso y decide jugar a todas el misterio se vuelve falso porque es mezcla de inconsciente en vez de ojos y boca abierta a lo vital.

Y en esos cuentos y relatos donde la ternura se calcula con gráficas y se halla el punto de inflexión y se busca empatizarse con toda carne viviente.

Uno diseña su plan como el laberinto de juguete por el que el espectador recorre las trampas del tahúr.


Y es licito ganar dinero como la puta que da lo que promete, como el partido que sigue lo derecho o el manantial que entretiene mas no sacia.


A uno lo tratan como a un espectador, desde la tele al supermercado pasando por la triste iglesia. A uno lo tratan como a un ratoncito blanco, a todas horas, con esos colores llamando.

Como te tratas te encuentran y tal como preparas tu cebo capturas a una o a otra presa.


(…) Todo esta bien, las trampas ,de esta selva, son peleles para despertar nuestros resortes, para reactivar los pilotos automáticos , y obligarnos así con mas fuerza a tomar conciencia de que la calculadora y la ternura deben convivir sin querer tomar partido la una en la otra.



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