Solía decir que no es mejor limpiarse el culo con una mazorca que con una piedra, aunque lo parezca.
La mazorca se desgrana y Dios sabe donde va a parar.
De la mazorca no puedes fiarte, esta diseñada para que el caos propicie su expansión.
La piedra es una cosa flipante, al no ser orgánica encierra vibración pero no siente, con lo cual es un juguete total que no podemos dañar experimentando.
La mazorca se come y la piedra recuerda que sin soporte no se construye.
Y a la hora de limpiarse, la piedra, una vez su forma ha sido conocida y la mano la integró como un volante para conducir se hace al recoveco y llega donde es preciso.
Separemos la mazorca en pepitas amarillas, en lágrimas y gotas.
Y usemos la piedra para aplastarlas en masa.
Y el sustrato triturado convirtámoslo en receta de cocina.
De este modo integramos los dos elementos complementando y haciendo divina su diferencia.
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