Hicimos planes todo el día.
Olvidamos bajarlos al suelo.
Y caímos de la nube.
Ahora, la nube, que como el globo que escapó de la mano sube al cielo
y que nació de la mente de un plan,
(o del plan de una mente)
guarda parte de su fuerza
y pretende condensar calor
y pretende condensar calor
y bajar lloviendo hasta el suelo.
Y desde allí regar fresca y sin juicio
todas semilla que encuentre
sin importar tierra, color ni olor.
Fruto entre las serpientes.
Los planes que olvidaron las barreras
son los que cambian los ruedos.
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