En su casa de muñecas la gallina ha puesto un huevo y le da de merendar.
Cierra las puertas de noche y da besitos en la frente a la camada en sus nidos.
Se acuesta al olor de su hombre y se deja penetrar mientras cierra por dentro los ojos.
En su casa de princesa la niñita que ha crecido recrea su mundo ideal.
Tiene un vacío por dentro por un dolor apartado y un deseo no asumido. Y viste a su muñequita porque atravesar el espejo, conectar con lo real, parece lo mas lejano y la mayor fantasía. Y así colorea y recorta ese cuento troquelado con un mapa que leyó en las revistas.
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