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Cuentos de Fermín Ventura a partir del binómio fantástico de Gianni Rodari.

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para plantar un cuento.

miércoles, 2 de abril de 2014

El rey mierda



En la contienda hurtó la corona después de decapitar al rey.
La imagen la guardaría para el sueño y la corona como quien guarda el diente de un dragón, como resto fósil del microcosmos de una cosmogonía que empieza a dar ya paso a otra.

En la nueva tierra la perdió en una partida de cartas y al borracho ganador se le cayó al ir a mear al río y la encontró el leproso que vivía bajo el puente.

El rey con la piel caída recordó a su madre al mirarse al espejo y su cuento del rey midas.

El rey mierda que todo lo que toca lo convierte en mierda.
Como un zombi que contagia sin mordidas.

El rey mierda, con sus cartones, reina debajo del puente y por encima del río.
Reina sobre las emociones y por debajo de los lazos de las comunicaciones.

El rey mierda de sangre roja pregunta al agua quien inventó la corona, y el agua entre vinos responde.
La corona supera al cuerpo, como signo visible de un logro, de una acción creadora de la mente hacía algo aún mas poderoso.
Bajo estrellas, de las que recibe la luz, moldea pensamientos justos y dirime entre acciones la propia de un regente del sol.
Suerte del que triunfando sobre él mismo se ata en lazos al cosmos y tierra y ejerce, en su canal, la misión de unir dos mundos y dirigir esta boda.

El rey mierda, con sangre roja, empieza a atraer borrachos  al calor de su paz y sus historias. Cuando suma cuarenta mendigos aparece un cuarenta y uno que espía para el otro rey y a la noche incurre en regicidio ahogándolo mientras duerme.

Nadie explicó al segundo que su reino, el del primero, no era un reino de este mundo.
Y que nada puede dar el rey real a estos cuarenta mendigos cuyas almas tanto saciaba el espíritu del rey mierda que ahora está en otro sitio.
Y ese sitio es aquí mismo, pero de un modo mas sutil, con esa vibración imperceptible para los ojos y carne y cuya percepción requiere paz, práctica y adiestramiento.
Nada esencial cambia al instante, tan solo capas y días, días a capas, y van cayendo uno tras otro los velos y los andamiajes, y cuando desnudamos a este instante y a nosotros mismos de repente vemos en la piel y sin trajes al propio día y al resto del mundo y lo que queda es una visión clara de que ha llegado ya el momento de ser nosotros los propio reyes de este siglo XXI y la certeza de que los reyes de sangre azul lo eran porque al casarse entre ellos y no pegarles el sol lucían sus venas marcadas como muestra de su debilidad y su pereza, y cumplieron una función en su día y desarrollaron la energía del emperador, de la carta cuarta que ahora nos toca trabajar a todos.
Es  momento de que el rey se quede en los cuentos y en los siglos que ya atravesó la historia  y que afrontemos la vida siendo los reyes de la nuestra y retiremos al desván el pasado.


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