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Cuentos de Fermín Ventura a partir del binómio fantástico de Gianni Rodari.

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miércoles, 29 de agosto de 2012

La crítica


Partiendo de esta propuesta me sentía vacunado: No me atrae lo literario. Mis textos son sólo juegos. Terapia: no reescribir porque antaño me pasé de rosca. Otra terapia: publicar en un blog no es importante: si mas tarde me molestan los puedo rehacer o quitarlos.

Recibí su crítica abierto en canal y receptivo al cambio, mendigo de su consejo. Me explicó que no me veía en estos textos y que eran de mente y que eran sin corazón. Que este peso aplastaba la liviandad de la vida, así que nacían muertos.

Al día siguiente decidí que dejaría de escribir.

Lo anuncié al viento y al viento le dio igual.

Tan solo una amiga se puso triste.

El recuerdo de su cara alimentó esta garra para un último garabato.

Ahora sé que no me atrae lo literario, que mis textos solo son juegos, que no reescribir es terapia y publicar da exacto lo mismo y que escribo sin corazón.

Y estoy aún mas vacunado: porque cuanto menos tienes menos puedes perder y menos pueden quitarte.

Lo malo es que cuanto menos puedes ofrecer mas vacío te sientes.

Y desde el vacío uno sólo puede esperar a volver a llenarse antes de poder freír mas churros sin corazón.

Pero me fuerzo a recordar que no juego en ninguna liga y tan solo peloteo contra la tapia, sin razón mas firme que el propio acto.
Es como hacer de vientre, no hay meta mas allá del soltar.

Ordenar palabros y sacarlos es airear y es lavar y planchar el caos y sus manchas locas. 

No hay voluntad de decir nada de un mínimo de importancia, ni voluntad de decirlo con un mínimo de gracia.
No hay intento literario, ni alzarse en púlpito o tronera, es mas bien y tan sólo el vocear en la montaña, a solas, para escuchar del eco si queda vibración o vergüenza.

No tienen por que leerlos, y aún mas: aconsejo no perder ningún instante del tiempo que te pueda hacer crecer o gozar entre runas que no den goce o crecimiento.

Sólo juego por jugar, sin mas ambición que la práctica.

Y aunque la crítica, como mirada externa del universo propio, pueda aportar luz valiosa sobre la endogamia del propio campo.
También me parece que a las semillas que solo intentan abrirse paso atravesando la propia cápsula, la conciencia de su torpeza y sus límites les aborta el intento.

El peso del propio espejo se lleva con suma cautela, y a veces una pequeña pisada, pero ajena, puede llevar al tropiezo.

Escribir es concierto, orden, descanso y no importa hacerlo mal.
No he venido a exhibirme sino a jugar al juego.

Así que hoy me pienso que aunque suene muy cobarde y aparentemente contrario a la propia evolución:  protegerse de las críticas a veces es la diferencia entre ahogar la voz o soltarla.

Una voz desde fuera tuvo que recordar que precisamente escribo para no pensar y escribo ademas porque me parece un acto superficial, dado que nada verdaderamente importante puede contarse en palabras, excepto esas que ya se juntaron para el tratado Tao Te King.

Escribo como un cagar de la mente, pero lo bueno de esta mierda es que en lugar de soltarla por la calle o exhibirla por las tabernas la voy acumulando en los blogs y simplemente no entrando no huele.



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